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“Así es como Dios cura.” Dr. Hertzka Capítulo V, parte I

El quinto capítulo es el primero que empieza a hablar de una enfermedad o de un desarreglo del cuerpo en concreto, explicando a la par que remedio aconseja Santa Hildegarda aplicar y cuál ha sido su experiencia con esa enfermedad en tanto que médico. 

Es muy recomendable para los lectores que se incorporen ahora, el leerse antes de este quinto capítulo, la introducción al libro “Así es como Dios Cura” dividida en cuatro partes, así como los 4 primeros capítulos queCada absceso comienza por un foco de pus. En algún lugar sobre la piel, en la piel o debajo de la pielson generales e introductorios a la vez.  

 

Los abscesos. Capítulo V. Parte I. 

Cada absceso comienza por un foco de pus. En algún lugar sobre la piel, en la piel o debajo de la piel, los gérmenes de una herida, se sienten tan a gusto, que se instalan, se multiplican y los abscesos crecen. El cuerpo humano se defiende sobre toda la extensión de la piel, incluso contra los bacilos y muchas veces se da una “curación espontánea”. Esto depende en buena medida de nuestra fuerza de defensa que puede variar de una parte a otra del cuerpo; también depende igualmente, de la virulencia, agresividad y ferocidad de los gérmenes infecciosos y finalmente también de nuestra propia sabiduría o falta de ella.

Si se rasca en un lugar que no es adecuado o si se hurga con una aguja (desinfectada antes con una llama o no) para intentar sacar una espina que no acaba de salir, un absceso que se iría por sí mismo, se puede llegar a convertirse en uno mucho más gordo. Sin tener en cuenta el hecho de que hay personas que en una herida casi no sacan pus, se cuiden o no, mientras que en otras casi toda la herida acaba con pus, lo que hay que saber es lo que hay que hacer cuando aparece el pus o sobreviene una inflamación.

Si os puedo dar un consejo, en cuanto en un lugar cualquiera de la piel, una inflamación os moleste y comienza a progresar hasta formar un foco de pus, se debería practicar de inmediato el tratamiento de la verbena officinalis.

Este tratamiento ayuda en los casos graves y avanzados. Sin embargo en estos últimos casos, una ligera incisión practicada por el médico es necesaria para abrir la cavidad del absceso, con la finalidad de que se pueda asegurar la salida del pus. Aunque no se debería llegar a este estado. En todo caso, que el absceso esté avanzado o no, una compresa de verbena, preparada según las reglas, impide que el foco y el proceso se extiendan. Esta compresa asegura a la región del foco de pus una mayor capacidad de resistencia; las bacterias no pueden ya desarrollarse. Pero hay que respetar las reglas. A saber: se debe recubrir el lugar de la piel que está inflamada y que supura con un trozo limpio de lino, cuya tela sea lo más fino posible; es sobre éste que se verterá la verbena machacada (Verbena oficinalis) de la misma familia que las Verbenas que seguramente producirán los mismos efectos.

Debe ser cortada en trozos pequeños, ya que la verbena seca, ocupa mucho sitio y es difícil conseguir verbena fresca en suficiente cantidad. Se coloca esta verbena cortada a trocitos en un saquito de muselina (tejido fino) hecho rápidamente con una banda de muselina; hay que hervirla en agua y una vez hervida se escurre un poco el saquito y se aplica la verbena troceada y hervida sobre la banda de lino que recubre el foco de pus. Cada vez que la verbena se seca hay que renovarla de la misma manera. Esto pone fin a toda una serie de pústulas nacientes, paraliza las pústulas más avanzadas y en caso de una necesaria escisión de un foco de pus, después de ésta, se consigue una rápida curación. Esto último me parece ser que es una de las grandes ventajas que nosotros poseemos a través del tratamiento con verbena.

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